"Y, sobre todo, leíamos, leíamos todo lo que nos caía en las manos. Sacábamos libros de todas las bibliotecas públicas y, unos a otros, nos dejábamos prestados los hallazgos que conseguíamos encontrar. Pero la mejor academia, el lugar donde mejor se informaba uno de todas las novedades, era el café".
«El mundo de ayer. Memorias de un europeo». Stefan Zweig.
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viernes, 16 de mayo de 2014

LIBROS DE AJEDREZ

Aprendí a jugar al ajedrez cuando tenía unos diez años. La cosa vino porque en mi caja de Juegos Reunidos Geyper (50), estaba incluido, como no, este gran juego de estrategia. Me acuerdo que probé todos los juegos (el librito de reglas Geyper se convirtió en mi primer libro de cabecera y al llegar al ajedrez, ya no quería jugar a otra cosa. Pronto encontré adversarios entre los compañeros del "cole", y un buen profesor en la persona de uno de mis tíos, el cual me introdujo en los primeros secretos de esta noble disciplina. Por cierto, que las primeras partidas entabladas en aquellos tiempos con mis, como yo, pequeños amigos eran de una ingenuidad enternecedora; auténticos "correcalles" en los que las matanzas rápidas de piezas eran tal, que ríete tú de la batalla de Stalingrado.
Dos años después empecé a buscar libros sobre el tema; y eso fue lo que me permitió progresar a pasos agigantados. Los primeros libros que tuve fueron estos de la editorial Bruguera: Primer libro de ajedrez;  Segundo libro de ajedrez; Tercer libro de ajedrez; y Cuarto libro de ajedrez. Esta estupenda colección del maestro Fred Reinfeld, con la colaboración de Horowitz en el primer volumen, supone todo un tesoro para los principiantes, por lo acertado del plan de enseñanza que propone, y por la claridad y amenidad de sus explicaciones. Aun los conservo y les tengo un gran cariño. Mi afición crecía y me hice con más material de lectura y aprendizaje: Libros de problemas; de aperturas; de finales; de partidas de grandes maestros; del medio juego, etc. Otro libro importante para mi fue: Estrategia moderna en ajedrez, de Ludek Pachman. Descubrí que el estudio de todos estos libros, resultaba tan
placentero como jugar las partidas; y me lo sigue pareciendo, a pesar de que ahora no le dedico tanto tiempo. Llegó un momento en que la afición por el ajedrez, supuso también la afición por coleccionar los libros. Son libros que no se leen como una novela, obviamente, sino que son libros técnicos; herramientas de estudio por cuyas páginas se sobrevuela montones de veces. Para mi, son ideales para leerlos en el bus o metro, o en las salas de espera; en especial los que son de problemas. Para esos momentos los prefiero a las novelas o los ensayos, para los cuales necesito un tipo de concentración distinto.
Y aquí lo dejo, que me toca mover a mi.

Un saludo.

2 comentarios:

  1. Del libro no puedo opinar, si bien debo decir que me gusta su portada. Me traslada
    inequívocamente a otra época muy entrañable, pero la reseña me parece genial, autobiográfica y deliciosa. De auténtico maestro (del ajedrez, por supuesto). Enhorabuena. No era nada fácil.

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  2. Si, aquella colección "libro práctico de Bruguera"; que tiempos. Gracias por el comentario. En cuanto a lo de maestro, nada de nada, simple aficionado.

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