"Y, sobre todo, leíamos, leíamos todo lo que nos caía en las manos. Sacábamos libros de todas las bibliotecas públicas y, unos a otros, nos dejábamos prestados los hallazgos que conseguíamos encontrar. Pero la mejor academia, el lugar donde mejor se informaba uno de todas las novedades, era el café".
«El mundo de ayer. Memorias de un europeo». Stefan Zweig.
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martes, 16 de diciembre de 2014

ANNA KARENINA. Lev N Tolstoi

Necesito leer más a, y sobre Tolstoi para confirmarlo, pero me da que a este ruso genial le gustaba dividir el mundo en dos. Al decir esto, pienso en sus dos novelas más célebres: Guerra y Paz y Anna Karenina. Tal afirmación resulta obvia en la primera, pero no tanto en la segunda. Paso a explicarme. La imagen que se suele tener de esta gran novela, desde fuera, desde lejos, desde la ignorancia; o desde la "desinformación" que muchas veces provoca el cine, la publicidad y otras infortunadas y erróneas manifestaciones, es la de una obra "romanticona" que tiene como centro y protagonista principal a la tal Karenina. Pues no es así. A mi modo de ver, se trata de una obra coral, llena de muchos e interesantes personajes, que recrea la eterna lucha entre lo auténtico y lo falso; lo profundo y lo superficial; lo autenticamente valioso y lo ilusorio. Una lucha tan eterna y cruel como lo puede ser la lucha entre el bien y el mal; y aquí es donde empiezo a ver, principiante en Tolstoi como soy, el gran talento de este inmortal escritor, pues resuelve una cuestión en la que es fácil caer en la incoherencia, ya que tratándose de una lucha que no tiene porqué derivar necesariamente en la segunda en mención, si ocurre que las lineas entre ellas a menudo se confunden, sobre todo cuando, y como es en este caso, la lucha también está en el interior de los personajes. Tolstoi llena de colores el cuadro bajo un aparente desorden, pero en realidad todo está magistralmente delimitado; y lo consigue sobre todo con dos personajes inolvidables: Anna Karenina y Konstantin Dimítrievich Lyovin, o Levin en algunas traducciones; Karenina en el mundo frívolo e hipócrita y Lyovin en el auténtico y noble de sentimientos; rodeados, cada uno (y los dos a la vez), por una espléndida constelación de personajes con los que Tolstoi nos introduce, con una buena dosis de ironía y burla, en la sociedad burguesa y aristocrática rusa de la segunda mitad del XIX; aunque es pertinente decir que las clases bajas, también se llevan algún palo. También podríamos definir esta dualidad como la de la parte zarista (Karenina), y la parte representativa de las ideas de la revolución rusa, en el tiempo de la novela, todavía por llegar (Lyovin). Pero es que además, la profundidad y la multitud de temas que se tocan en esta obra es colosal; acertadas pinceladas sobre el género humano, que el autor desarrolla de tal forma que nos sentimos identificados a cada paso de la lectura. Situaciones y escenas cotidianas, como por ejemplo una boda o una sencilla reunión familiar, nos son presentadas con una rara y absorbente magia. Y algo importante que he sentido: hay mucha ternura en esta novela; en la forma de tratar los temas, los personajes, en todo.Una ternura apenas perceptible, un tanto escondida tras un estilo de escribir grave y sencillo. Uno comprende y se encariña con los personajes, esté de acuerdo o no con lo que hacen; la entrañable Kitty, por ejemplo. Y como siempre me pasa cuando escribo sobre los clásicos, ya me entra el vértigo; es lo que tiene querer volar a tan gran altura. ¿Como se puede pretender hacer una película sobre esta obra capital?; ¡¡Imposible!!

Un saludo.