"Y, sobre todo, leíamos, leíamos todo lo que nos caía en las manos. Sacábamos libros de todas las bibliotecas públicas y, unos a otros, nos dejábamos prestados los hallazgos que conseguíamos encontrar. Pero la mejor academia, el lugar donde mejor se informaba uno de todas las novedades, era el café".
«El mundo de ayer. Memorias de un europeo». Stefan Zweig.
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domingo, 9 de febrero de 2014

EL SUEÑO ETERNO. Raymond Chandler

Si habéis leído la novela, y tenéis la incomoda sensación de no haberla entendido del todo, o tenéis la sensación de que hay detalles que no encajan, no os preocupéis, a todos nos ha pasado lo mismo. Baste decir que cuando se rodó la película en 1946, su director Howard Hawks y el equipo de guionistas, capitaneado por William Faulkner, no conseguían entender una de las muertes de la trama; así que llamaron a Chandler para preguntárselo, y este les contestó que no tenía "ni idea". Es decir: que a Chandler le traía al pairo que sucediese tal cosa. Me da la impresión de que la novela, que era la primera narración larga que escribía (1939) le salió así, y así la dejó. Pero, ojo; el libro se entiende bastante bien; la película, curiosamente presenta más confusión.
 Sin que el argumento importe demasiado, Chandler plantea un ejercicio de estilo, en el que se ponen en juego todos los ingredientes de la "novela negra" de una forma magistral, incluida la denuncia y crítica social de una sociedad corrupta, y situando en el centro a un personaje de los que nunca se olvidan: el detective privado Philip
Marlowe. Marlowe, un duro, experto e inteligente "sabueso" con un irónico sentido del humor que ha sentado cátedra, se mueve como pez en el agua (aunque en alguna ocasión salga apaleado) en medio del "follón" que le ha montado el autor. Un "follón" en el que se ponen en práctica: chantajes, asesinatos, negocios sucios, y vicios de todo tipo; y en el que se dan cita: mafiosos; "femmes fatales"; matones, tanto de medio pelo como de primera división; policías escépticos y malhumorados, oportunistas, etc. Todo regado con mucho whisky, y perfumado con tabaco, mucho tabaco.
Además del singular Marlowe y todo lo aludido anteriormente, encontramos otras dos virtudes importantes: los diálogos y las descripciones. Unos diálogos divertidos y llenos de ironía y chispa, que dan clase a la narración, y en los que Marlowe brilla con luz propia. En cuanto a las descripciones, Chandler va más allá de lo normal, pues demuestra un dominio perfecto en el conocimiento del lenguaje corporal, lo cual provoca la sensación de que conoces de toda la vida a los personajes; recordemos aquí que la novela está escrita en primera persona con la voz de Marlowe. Las descripciones de los lugares son muy detalladas y expuestas sin prisas y con mucha intención, lo que lleva a sumergirse aun más en la historia. Más respecto a las descripciones: Chandler (Marlowe) tiene un lado poético; de una forma discreta, te habla por ejemplo, de la lluvia, de la niebla, del aspecto de la luna, etc; describe el estado emocional del protagonista, aludiendo a base de pequeños detalles, a su soledad y a una cierta amargura existencial. Esta "poesía" le da a la narración un contrapunto de los más interesante, que no afecta a la dureza ambiental de novela negra. En fin, se nota que me ha gustado, eh.
 Raymond Chandler (1888-1959) nacio en Chicago, Illinois. Creció y fue educado en Inglaterra; participó en la I guerra mundial y después regresó a Estados Unidos, donde ejerció de periodista, empleado de banco, ejecutivo petrolífero y guionista de cine. Tuvo problemas con el alcohol, siendo despedido de su trabajo varias veces, hasta que se hizo escritor, su verdadera vocación.


Un saludo.

4 comentarios:

  1. Maravilloso, Chandler. Uno de esos escasos autores que cada vez que se lee, muestra hallazgos nuevos. Un abrazo, Hagakure.

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    1. Si; es(era) bueno de verdad el tío. Leeré más novelas suyas bien pronto.
      Un saludo Arturo.

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