Quentin Bell nació en Londres en el 1910, y es hijo de Clive Bell y Vanessa Stephen, hermana de Virginia Woolf, tres destacados miembros de este grupo de intelectuales aparecido en la Inglaterra del periodo eduardiano y que se prolongó más allá de la Segunda Guerra Mundial. Esta posición del autor, que en principio debería ser una ventaja a la hora de escribir este libro, da la sensación de que le supone a Quentin Bell una rémora.Ya en la introducción, se le nota incomodo, no se si por tener que hablar de algo que incumbe a sus tan cercanos familiares. Sus palabras tienen un aire de justificación. Nos avisa, por ejemplo, de que se suele hablar del carácter del grupo, pero que hay que tener en cuenta las distintas personalidades que lo conformaron; afirmación esta que quizá no esté de más decir, pero a mi, en el contexto en que lo escribe, me parece una obviedad. Esta incomodidad o temor lastra todo el libro. Bell se muestra falto de fluidez y gracia; escribiendo con un estilo muy indirecto, con constantes rodeos, y apoyándose mucho en la opinión de otros para hablarnos del célebre grupo, a base de describir encuentros de algunos de sus miembros con otras personalidades; como por ejemplo, el no demasiado afortunado encuentro con el escritor D.H. Lawrence, quien se llevo una decepción con la forma de ser "bloomsburyana".
Quentin Bell en 1933 |
Un saludo.
De todo se saca algo, aunque a veces no lo parezca.
ResponderEliminarExacto. Este libro, pese a sus defectos, supone un buen documento.
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