"Y, sobre todo, leíamos, leíamos todo lo que nos caía en las manos. Sacábamos libros de todas las bibliotecas públicas y, unos a otros, nos dejábamos prestados los hallazgos que conseguíamos encontrar. Pero la mejor academia, el lugar donde mejor se informaba uno de todas las novedades, era el café".
«El mundo de ayer. Memorias de un europeo». Stefan Zweig.
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domingo, 27 de julio de 2014

EL GRUPO DE BLOOMSBURY. Quentin Bell

Hará cosa de un mes más o menos, un buen amigo me preguntó porqué nunca reseño los libros que no me gustan. La respuesta dada  fue que las reseñas negativas no me atraen; ciertamente, no siento ninguna ilusión en reseñar un libro que no me gusta. También es verdad que esto, el que no me guste un libro, me ocurre muy poco, ya que voy siempre bastante sobre seguro a la hora de elegir mis lecturas; pero claro, inevitablemente de vez en cuando hay algún tropiezo; esto nos pasa a todos los lectores. A todo esto, he aquí uno leído hace poco que no me gustó : El grupo de Bloomsbury, de Quentin Bell. Un libro publicado en el año 1968, y que está descatalogado. Un tema que siempre me ha interesado mucho; un libro que ya hace tiempo que iba buscando....pero que me ha supuesto una decepción. Más que nada por la forma en que está escrito y el planteamiento del autor.
Quentin Bell nació en Londres en el 1910, y es hijo de Clive Bell y Vanessa Stephen, hermana de Virginia Woolf, tres destacados miembros de este grupo de intelectuales aparecido en la Inglaterra del periodo eduardiano y que se prolongó más allá de la Segunda Guerra Mundial. Esta posición del autor, que en principio debería ser una ventaja a la hora de escribir este libro, da la sensación de que le supone a Quentin Bell una rémora.Ya en la introducción, se le nota incomodo, no se si por tener que hablar de algo que incumbe a sus tan cercanos familiares. Sus palabras tienen un aire de justificación. Nos avisa, por ejemplo, de que se suele hablar del carácter del grupo, pero que hay que tener en cuenta las distintas personalidades que lo conformaron; afirmación esta que quizá no esté de más decir, pero a mi, en el contexto en que lo escribe, me parece una obviedad. Esta incomodidad o temor lastra todo el libro. Bell se muestra falto de fluidez y gracia; escribiendo con un estilo muy indirecto, con constantes rodeos, y apoyándose mucho en la opinión de otros para hablarnos del célebre grupoa base de describir encuentros de algunos de sus miembros con otras personalidades; como por ejemplo, el no demasiado afortunado encuentro con el escritor D.H. Lawrence, quien se llevo una decepción con la forma de ser "bloomsburyana".
Quentin Bell en 1933
Este libro, no obstante, nos sirve para conocer algo más el tema, y se podría decir que su lectura no supone una pérdida de tiempo. El problema, además de los ya mencionados, es que se queda corto, tanto en calidad como en extensión (solo tiene unas 118 páginas), y uno se queda en un estado de desazón y descontento; y con ganas de encontrar algo más convincente; que por cierto, creo que ya lo encontré, pero de eso, con la venia de ustedes, ya hablaremos otro día.

Un saludo.

2 comentarios:

  1. De todo se saca algo, aunque a veces no lo parezca.

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    1. Exacto. Este libro, pese a sus defectos, supone un buen documento.

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