"Y, sobre todo, leíamos, leíamos todo lo que nos caía en las manos. Sacábamos libros de todas las bibliotecas públicas y, unos a otros, nos dejábamos prestados los hallazgos que conseguíamos encontrar. Pero la mejor academia, el lugar donde mejor se informaba uno de todas las novedades, era el café".
«El mundo de ayer. Memorias de un europeo». Stefan Zweig.
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lunes, 3 de junio de 2013

LA LIBRERÍA AMBULANTE, de Christopher Morley

Voy dando un paseo por el centro de Barcelona y me topo con una de las librerías más grandes de la ciudad.
Entro o no entro, esa es la cuestión, no puedo gastar más este mes; bueno va, entro (maldición). Voy mirando tranquilamente aquí y allá, con las manos en los bolsillos cuando de pronto…hummm ese libro, a ver… título sugerente para un amante de los libros como un servidor: La librería ambulante, bonita portada además, una foto en blanco y negro en la que aparece un carro cubierto, con unas letras que pone “BOOKS”; va por un camino anegado de agua y una mujer desde el borde del camino le da al conductor unos panecillos; parece una escena de principios de siglo XX en Estados Unidos;  ¡ buena, buena pinta,!. Leo la contraportada y queda confirmado que la novela transcurre a muy principios del siglo XX; me gusta ese periodo de los USA, sigo leyendo…uff, ya es demasiado, imposible resistirse, empiezo a sudar, esto promete; me recuerda otras lecturas “norteamericanas” de hace tiempo.Torturándome un poco más leo la presentación, ¡ojo aquí!, ¡no lo hagáis!, ya que cuenta algo importante que es mejor saber al final. Leo las primeras líneas del primer capítulo y encuentro un reflexión escrita con gran sencillez, que por ella sola ya se puede comprar el libro, así que: a la saca; me imagino gritando: ¡me lo llevoo!, y la gente mirándome.
Llego a casa y empiezo a leer y a leer, y compruebo que no me he equivocado en mis primeras impresiones.
La acción se sitúa en Nueva Inglaterra, a finales de la primera década del siglo XX; en esos Estados Unidos rurales de atmósfera tan tranquila, con esas granjas, esos hoteles pequeños y con esas gentes ahorrando para comprarse un Ford.
La protagonista, Helen McGill, una mujer cercana a los cuarenta, ve como su vida de granjera le empieza a cambiar cuando su hermano decide hacerse escritor. Y más que le va a cambiar, pero ya no desvelo más.
Esta es una obra que todos los amantes de los libros deberían leer. Es un canto a ellos y a las personas que los leen, incluyendo a los que escriben; un canto también a los libreros que aman su trabajo; pero también es un canto al amor, a la vida y a la valentía de vivirla. Añadiría, ahora que lo pienso, que es un canto a la vida al aire libre.
Escrita con una sencillez sorprendente y una claridad propia del agua limpia y cristalina, al tiempo que con la profundidad de corazón que poseen las grandes obras inmortales. Con un tono de humor tenue y delicado.
Tiene cierta estructura y ritmo de novela de aventuras, que le confiere gran agilidad y amenidad, pero sin apartarse de la reflexión.
Los dos protagonistas tienen un enorme carisma; imposible olvidarlos.
Morley está considerado un escritor de culto. No me extraña, con semejante libro. Un servidor se apunta a ese culto.
La editorial Periférica ha editado hace poco la continuación: La librería encantada. 
Christopher Morley  (1890-1957) nació en Harverford, Pensilvania.  Estudió  historia moderna en Oxford. Fue uno de los periodistas más prestigiosos de su época. Considera a Walt Whitman y a Mark Twain sus maestros.



Un saludo.

3 comentarios:

  1. Tiene un pinta estupenda. El tema y el periodo en el que transcurre resultan de lo más interesante.

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  2. Si; tengo la continuación en la pila de pendientes y cualquier día le hinco el diente.

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  3. A mi, desde luego me encantó; me queda pendiente la segunda parte. A ver si este verano...

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